No, no es que haya vuelto a las tablas la antológica pieza teatral cubana. Es que desde el lunes las temperaturas habaneras descendieron lo suficiente como para permitirle a chaquetas y sweaters una ansiada salida a la calle.
Después de sufrir un 2015 tan cálido, un poco de aire frío a inicios de este 2016 es más que bienvenido. La exclamación del título no es más que una celebración por tantos y tantos meses de espera.
Claro, llegar aquí no ha sido fácil. Desde el sábado pasado las lluvias nos han azotado constantemente: una pesadilla para los que tenemos que movilizar vasijas de todo material y tamaño para combatir las goteras y, los que conocemos nuestras alcantarillas, sabemos que salir a la calle en medio de lluvias prolongadas implica empaparse hasta la rodilla.
La lluvia fue el preludio de la frialdad que llegó inesperada. Cuando el aire frío nos sorprendió en nuestros atuendos veraniegos, la calle 23 se convirtió en pasarela de transeúntes encogidos, y las paradas fueron el escenario de la danza del friolero, con los típicos salticos a la derecha y a la izquierda, para entrar en calor. Yo me encontraba en el cuerpo de baile de la parada de 23 y F, pero mi danza estaba acompañada de efectos sonoros, causados por una rodilla que rechinaba y dedos que crujían. ¡La humedad hace estragos!
Pero, no importa. Un poco de aire frío te hace percibir tu realidad desde otra perspectiva. ¡Hasta las guaguas repletas se vuelven tan tolerables que puedes hacer el viaje con una sonrisa!
Yo no sé los demás, pero voy a disfrutar de mi inesperado “invierno” habanero aunque solo dure hasta mañana! Solo hay que rezar porque aminoren las lluvias, porque de lo contrario, como suele bromear mi papá, nos vamos a convertir en ranas
Autor: IHTrujillo