Dentro de América Latina existen sobrados ejemplos de países que han implementado un cambio de denominación de sus monedas, la introducción de una nueva o la eliminación de una vieja. Cada uno con un contexto económico diferente.
En el caso de Cuba hay de todo un poco. Un Peso Convertible (CUC) que circula en el país desde 1994, como si fuera una ficha de casino y que solo reconoce el gobierno cubano; un aumento de la denominación con la entrada en vigor de billetes de mayor valor, la escasez de productos de primera necesidad y el aumento de sus precios; la necesidad de eliminar precisamente ese Peso Convertible (CUC), que si bien en su momento fue una medida “salvadora”, para recaudar todas las divisas extranjeras que estaban o entraban al país tras la despenalización del dólar, con el paso del tiempo se convirtió en un problema económico y financiero para el desarrollo.
Curiosamente, el proceso de eliminación de una doble moneda más cercano a Cuba -por credibilidad e influencia- no es latino, sino europeo. La creación de la Unión Europea y la implantación del euro como moneda única en una región tan grande, culturalmente tan diferente e históricamente tan conflictiva; no deja de ser para los estadistas cubanos –y del mundo- un objeto de estudio sin igual en la historia de la humanidad. Y el hecho de que en él se encontrase envuelto España –que siempre ha sido la puerta de entrada para Cuba en Europa- más que pasar desapercibido para el gobierno, constituye una oportunidad.
Además, sabiendo que la Unión Europea ha ofrecido su asesoría, no sería de extrañar, que Cuba tuviese algún asesor extranjero en esta materia, y que fuese precisamente un ciudadano español. A fin de cuentas, siempre se ha recurrido a España en materia de inversión de capitales, préstamos, intercambio cultural e incluso, cuando hubo necesidad de un cirujano para operar al fallecido Fidel Castro, se recurrió a un galeno español.
La supresión del Peso Convertible en favor del Peso Cubano tendrá como consecuencia la eliminación de la tasa preferencial de cambio que ahora mismo tienen las empresas estatales, lo que puede provocar un shock económico, desabastecimiento e inflación. Y conocido es por todos, que Cuba no tiene reservas económicas ni financieras suficientes para cubrir el déficit que iría a surgir.
Las tímidas reformas económicas tomadas por Raúl Castro, permitieron un aumento de las inversiones extranjera y un discreto desarrollo de la propiedad privada. Pero desde mucho antes se sabía que la doble moneda además de deformar y distorsionar la economía, alejaba a los codiciados inversores extranjeros de la Isla.
En 2013 se anunciaron planes oficiales para la eliminación de forma definitiva del Peso Convertible (CUC) en favor del Peso Cubano (CUP), y se designó como arquitecto del proyecto a Marino Murillo; quien llegó incluso a ser liberado de su cargo de Ministro de Economía y Planificación para que se concentrase y solo se dedicase al tema de la “actualización del modelo económico y social cubano”
Las tiendas recaudadoras de divisas comenzaron a aceptar el Peso Cubano (CUP), el gobierno desarrolló propuestas de normas jurídicas, ajustó y actualizó los sistemas informáticos contables, capacitó al personal que debía acometer la ejecución de las transformaciones, y muchos otros cambios y medidas en vistas a la etapa final.
Desde el exterior, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos y la política conciliadora de la administración de Barack Obama, sobre todo las medidas que permitieron a empresas norteamericanas invertir en la isla y a los turistas visitarlas, fueron un incentivo para continuar avanzando en la política monetaria. Constituía otro empujón al proyecto, la posible victoria de Hillary Clinton en las elecciones presidenciales, una garantía -quizás con algunos matices- de que se continuaría la política de apertura hacia la isla.
Todo parecía indicar, que se cumpliría lo planeado antes de que Raúl Castro abandonase la presidencia en abril del 2018.
Pero visiblemente la victoria republicana en las elecciones de los Estados Unidos amargó la fiesta. Donald Trump triunfó, y revocó gran parte de lo “avanzado” por la administración de Obama. Anuló algunas de sus medidas y congeló nuevamente las relaciones. Llegando a afectar visiblemente al sector turístico de la isla.
Por otro lado Venezuela, el principal socio comercial de Cuba, profundizaba en su crisis ya no solo económica, sino también política y social.
Fue entonces cuando todo se congeló, se dejó de hablar del tema. Y solo se menciona con cautela por Raúl en algún discurso oficial o cuando hay que calmar a la población por los rumores que surgen sobre el canje de billetes en los bancos y CADECAS.
Y mientras corre el año 2018, y Raúl Castro deja el Consejo de Estado y de Ministros en manos de Miguel Díaz-Canel. El nuevo presidente hereda la tarea, pero no ha anunciado nada nuevo al respecto, ni siquiera se conocen en profundidad sus ideas al respecto.
Nadie conoce con exactitud cuándo será el día, en el cual los cubanos podrán ir al banco a cambiar sus pesos convertibles. Se puede especular diciendo que están esperando un mejor escenario económico a partir de un cambio de gobierno en los Estados Unidos, a que Venezuela se recupere o suba el precio del petróleo; en fin, a que aplaque un poco la tormenta, aunque en verdad, desde los noventa no ha dejado de llover.
Tomado de Periódico Cubano