Recientemente el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC), Granma, publicó un artículo que no es el primero ni será probablemente el último dedicado a intentar explicar a los cubanos y al mundo por qué no podemos aspirar a crear otros partidos políticos y a la legalización de los que ya existen en Cuba.
Desde que se anunció la reforma constitucional que algunos ciudadanos entrevistados por los medios oficiales, califican de novedosa, se nos dejó claro que el socialismo seguiría siendo irrevocable, que no habría más partido que el PCC y que este seguiría siendo la fuerza superior dirigente de la sociedad. Fuera de eso, podemos discutir lo que queramos y creernos que de verdad estamos decidiendo el futuro de nuestro país.
Para demostrar que el pluripartidismo es inviable en Cuba, la autora del artículo, Yisell Rodríguez Milán, se remonta al panorama político cubano de antes de 1959, hace 60 años. Sus cinco razones están ancladas en el pasado. Nos dice que en aquel momento el pluripartidismo solo respondía a: 1) fines puramente electorales y demagógicos; 2) que el pueblo no tenía espacio en el Gobierno; 3) fragmentación de las fuerzas e intromisión extranjera; 4) a alimentar la corrupción política y administrativa. Los partidos, concluye, no lograron cambiar las cosas en el país.
Pareciera que la periodista de Granma olvida que gracias al pluripartidismo, Hugo Chávez pudo ser un presidente legítimo, después de fracasar en su intento golpista que ahora llaman «acción cívico-militar». Gracias al pluripartidismo, Evo Morales llegó a la presidencia de Bolivia y Lula a la de Brasil. Precisamente, gracias al pluripartidismo, podría convertirse otra vez en presidente Lula, si no es inhabilitado. Porque existe el pluripartidismo, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), cuentan ahora con representación política.
El peligro del pluripartidismo es que como mismo se logra el poder se puede perder. Lo perdió el Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil, lo perdió el partido de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina (y podría recuperarlo gracias al pluripartidismo). El chavismo perdió la mayoría en la Asamblea Nacional Venezolana en 2015. Daniel Ortega perdió las elecciones en 1985 y 1996. Gracias al pluripartidismo regresó al poder en 2006.
Todo eso puede funcionar para el resto del mundo y beneficiar también a los partidos que se dicen de izquierda. No es posible que la periodista de Granma lo ignore. Por eso el título del artículo no es «Cinco razones que demuestran la inviabilidad del pluripartidismo». Y tiene que agregar «en Cuba», como si este fuera un país de otro planeta.
Pero es todo lo contrario. Los seres humanos cambian de intereses y filiación política todo el tiempo y en todas partes. Previendo esto, Fidel Castro eliminó el pluripartidismo en Cuba, porque no podía confiar en que el pueblo cubano se sintiera eternamente agradecido y subordinado a él.
Eliminado el pluripartidismo, el PCC no necesita tener fines electorales. En cuanto a la demagogia, nada es tan demagógico como hacerle creer al pueblo que está decidiendo su futuro, cuando en realidad ya se determinó desde arriba qué temas podemos discutir.
Nos dice la periodista de Granma que antes de la Revolución el pueblo no tenía espacio en el Gobierno. Ahora, la parte del pueblo que puede aspirar a cierta participación es aquella que se pliega a los intereses del PCC.
Para Yisell Rodríguez, la única intromisión extranjera es la estadounidense. La de la Unión Soviética no cuenta como tal. Para ella la fragmentación es más grave que la unanimidad forzada que se nos ha impuesto y que por ser impuesta es falsa.
Sobre la corrupción política y administrativa alimentada por el pluripartidismo antes de 1959, el pueblo cubano no tiene forma de auditar al PCC, que está por encima de la Asamblea Nacional y del Estado. Pero cuando Esteban Morales denunció en su blog la corrupción que existía en el país, fue expulsado de las filas del PCC.
Quizás los partidos políticos que se sucedieron en el poder antes de 1959 no lograron cambiar la situación del país. Pero ninguno contó con tanto tiempo como ha tenido el PCC. Este podría enarbolar los logros del país en educación y salud. Sin entrar a analizar la calidad que tienen esa salud y educación en la actualidad, los cubanos hemos pagado por ellas altos precios: la educación ideologizada y sujeta a los intereses del PCC, la falta de libertad de expresión y de asociación, la imposibilidad de los cubanos de invertir en nuestro propio país, el estancamiento de la economía.
Todos esos serían argumentos para que el pueblo votara por otro partido político, si tuviera la oportunidad. El PCC no correrá ese riesgo, porque el verdadero peligro del pluripartidismo es que ese pequeño grupo que ostenta el poder en Cuba, podría perderlo.
La única garantía que ofrece la existencia de un solo partido es el apartheid político para quienes no comparten la ideología de ese único partido.
Con información de Cibercuba