Este 1ro de febrero ha transcurrido justo un mes de la puesta en marcha del famoso ordenamiento monetario, que según los medios estatales, ha sido un tiempo en que Cuba ha hecho «ajustes necesarios para obtener los resultados que demanda la economía nacional de este proceso».
En principio, la tarea ordenamiento va de la unificación de la moneda, la eliminación de determinados subsidios y gratuidades, y la reforma de salarios y precios, pero todo ello ha traído más de una confusión en la sociedad.
Los precios fueron los primeros en disparar las alarmas tanto en el sector estatal como en el privado. Desde la heladería Coppelia hasta las tarifas eléctrica, del agua en el sector residencial y servios de suscripción a la prensa no dejaron descansar a los ministros de esos sectores en la Mesa Redonda.
Los agromercados dispararon el coste de las verduras y las fruras, lo que llevó al gobierno a topar los precios y aplicar multas y retiro de licencias, fundamentalmental en La Habana.
Uno de los problemas más comentados estuvo asociado al pan normado, toda vez que la población comenzó a cuestionarse la disparidad entre el precio y la calidad.
Por otro lado, en el sector empresarial ha tenido difucultades para enfrentar el proceso y distorsiones en la interpretación de lo establecido.
Todo ha llevado a las autoridades a monitorear permanentemente la productividad y el control de los precios para no trasladar a estos la ineficiencia de las entidades.
A juicio de la agencia Prensa Latina, «una buena señal es el interés creciente en la incorporación al trabajo, al cual se sumaron en el primer mes del año 38 mil 493 personas, de las cuales el 30 por ciento son jóvenes».
