El suspiro y “la guapa del lado”
Justo ayer me asomé a través de mi ventana y divisé a “la guapa del lado” que lanzaba un suspiro al aire. Lo dejó correr al viento. ¡Qué escena mi gente! ¿Quién no ha visto una cubana suspirando? ¡De película!
Fue cuando recordé aquellos “idilios medievales en reinos signados por la lobreguez”. Cuestión de segundos para que “Pepe Grillo” –una vez más al oído- hiciera su buen trabajo: deja eso que hay que luchar el pan. “Cubaniche” al fin…
Señoras y señores: es sublime observar a alguien suspirar. Es como si al hacerlo, la persona despidiera esencias. También depende de la manera en que se hace. Las isleñas tienen sus formas peculiares.
Suspirar constituye un hábito que utilizamos en disímiles situaciones. Ya sea al sentirnos frustrados, aburridos, disgustados, decepcionados o enamorados, exportamos esa sensación – ¿por qué no? – de anhelo. Y es que el cubano ha pasado por tantas cosas, que ya suspirar viene “por la libreta”.
Dicen los que saben que los suspiros se asocian con un estado de ánimo negativo, símbolo de derrota o nostalgia. Uno asumiría que solo suspira cuando sufre, pero en realidad este tipo de respiración es más frecuente de lo que parece y ocurre de forma involuntaria. Además, si hay alguien que se dice cubano (a) y derrotado (a), ese no es “potro o potra de este corral”. ¡Se lucha mi gente!
Resulta que suspirar es vital para el buen funcionamiento del organismo. Se piensa que existe una especie de centro de control de la respiración que dicta cómo debemos inhalar en cada situación de acuerdo con nuestras necesidades. Pareciera que se detectó el “botón de los suspiros”.
“La guapa del lado” quizás no conoce esto. Cuando la vuelva a ver, le diré que suspire todo lo que quiera, es muy sano. Más si se es cubano o cubana. Regresaré a “los idilios medievales en reinos signados por la lobreguez”, pero esta vez no invito a “Pepe Grillo”.