¡Tremendo cañón!

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En Cuba, existen disímiles formas de referirse a la mujer. Ese ejemplo de fémina antillana, cariñosa y feroz a la vez, que sabe cómo caminar erguida cuando alguien la piropea.

La manera más utilizada en la Isla para referirnos a las damas desde hace un tiempo es emplear la palabra “jeva”.

En un principio para denominar a la esposa o novia, pero ya la esgrimimos para hablar de cualquier mujer en sentido general.

Pero como todo en el idioma español, también es cuestión de gramática y estilo. De esta forma, dependiendo del artículo o pronombre que empleemos, estaremos hablando de la mujer o novia, o de otra muchacha.

Por ejemplo, si recurres al artículo definido “la”, estarás haciendo alusión a tu novia o esposa: La jeva está en casa de la pura = Mi novia o esposa visita a su mamá.

En cambio, si usas pronombres demostrativos o artículos indefinidos, estarás mencionado a otra fémina: Esa jeva tiene tremendo cuerpo = Esa chica luce muy bien; Una jeva ahí que me cuadra = Una muchacha que me gusta.

Por otro lado, los más jóvenes emplean el diminutivo “jevita”. Si lo oyes con el pronombre posesivo “mi” delante, respétalo.

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Ahora bien, en asuntos de belleza también existen vocablos que las describen. Si la muchacha es agraciada podrás encontrar los siguientes: cañón, melón, mango o pastel. Si no es tan linda, “lloverán” estos: pestillo, arañazo, flaca, palillo. ¡Qué ocurrente “el cubaniche”!

Así que cuando vayas por la calle y escuches ¡Tremendo cañón!, voltea que estará cerca una cubana “con todas las de la ley” para refrescar tu vista.

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