Con una profunda impresión remanente, los cubanos recuerdan ese fatídico día en el que cuatro aviones de pasajeros fueron secuestrados por activistas islámicos del grupo Al Qaeda, dos de los cuales terminaron estrellándose contra las Torres Gemelas, un tercero contra la parte este del Pentágono y un cuarto en una zona de Pensilvania sin alcanzar su objetivo.
Aquel brutal ataque que costó la vida a tres mil personas y dejo unos 6000 heridos, llevó al entonces presidente George W. Bush a declarar el estado de “Alerta Máxima”.
Luego de 17 años, los cubanos más jóvenes recuerdan el shock causado por el horrendo crimen que marcó un antes y un después en la historia de la nación norteña.
Son muchos los cubanos que consideran que el ataque evidenció la vulnerabilidad del gobierno de los Estados Unidos. El expresidente cubano Fidel Castro, expresó su solidaridad con las víctimas en aquel entonces, aunque no faltaron los comentarios por algunos de que ya era hora que Estados Unidos recibiera una dosis de su propia medicina al hacer referencia al crimen de barbados en 1976.
No resulta para nada extraño que muchos cubanos recuerden hoy este horrendo atentado con una profunda humanidad y son conscientes de que el desplome de esas dos torres, marcó el nacimiento de un enemigo capaz de llevar a cabo de ser necesario una tercera guerra mundial.
Así lo considera Heriberto, un cubano que con el plato de comida en mano, fue sorprendido por la noticia emitida por el noticiero nacional en aquel entonces, y las imágenes de aquellos aviones llenos de pasajeros estrellándose contra las torres y el dolor de ver como las personas envueltas en llamas saltaban por las ventanas para poner fin al sufrimiento, le quitaron el apetito.
Con información de Cubanet