Con una tendencia a incrementarse, Cuba, atraviesa una difícil situación económica y en los últimos meses los escasos productos alimenticios, entre ellos los de origen animal y principalmente la carne de cerdo, preocupan a la población.
En el 2019, a pesar de que las cosas no eran color de rosas, todavía este producto podía encontrarse en tiendas y mercados al menos una o dos veces al mes, pero su ausencia de estos establecimientos se ha vuelto prácticamente permanente desde hace unos meses. Los comentarios de muchos cubanos se resumen en una frase “La carne de cerdo está casi desaparecida en Cuba”.
Para los cubanos, la carne de cerdo se ha vuelto un bien casi tan inaccesible como la carne de res, es decir, difícil de hallar y a precios muy elevados. Entre los criterios de la población se puede escuchar que:
“La carne de puerco se vende carísima y furtiva, como si fuera droga. Hace como diez días estaba a 70 pesos, la semana pasada a 80 y ahora a 100. Ojalá pare ahí, porque si no será imposible pagarla”, declaró José Antonio, un joven proveedor que vive con sus padres jubilados y enfermos en Mayarí, provincia de Holguín, quién también añadió:
“Pasé varios días llamando a contactos y por fin anoche me trajeron una pierna hasta la casa, sigilosamente, en una motorina. Tremendo misterio, parecía que era droga o carne de vaca lo que traían. Los vendedores temen a las multas de 5,000 pesos y al decomiso de la carne”.
“La compré carísima, a 100 pesos la libra, pero resolví. Estoy obligado a comprarla porque mi padre no puede comer frijoles de tarde y tengo que hacerle un bistecito. Gracias a mi hermano que está fuera y ayuda pude pagarla, porque con lo que uno gana aquí, imposible”, concluyó José.
A pesar que esta es una situación que podría solventarse con los productores agrícolas y ganaderos, el gobierno cubano mantiene un control de todo el proceso de producción, distribución y venta, que no les permite comerciar libremente. Los agricultores y ganaderos están limitados a entregar a las autoridades lo que producen y que el Estado les pague una ínfima parte que muchas veces no recupera siquiera la inversión en insumos, menos en tiempo y esfuerzo.
El gobierno mantiene deudas con varios campesinos, la mayoría de varios meses y algunas hasta de años, ante lo cual los productores resuelven un poco de su situación vendiendo por su cuenta de forma clandestina, pero se arriesgan a recibir cuantiosas multas, que decomisen sus productos y animales, e incluso sus tierras, y hasta enfrentar un proceso penal.
Opiniones de otros ciudadanos se refieren al esfuerzo de criar los animales, sin tomar en cuenta la inversión que un negocio así representa, por eso cada vez menos gente se dedica a criar puercos, y pronto nadie querrá hacerlo si a la hora de vender el animal o una parte corres el riego de que te lo decomisen o te multen. Mientras tanto, los cubanos seguirán padeciendo la falta de alimentos.