Hace menos de 1 mes antes de Navidad que el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, dio una noticia al mundo internacional que no dejaba indiferente a nadie, hablaba del cambio de las relaciones con Cuba.
El actual presidente cubano Raúl Castro (hermano de Fidel) y el americano, hicieron discursos simultáneos desde ambos países, en el que informaron del ansiado y esperado intercambio de prisioneros que tantos años se estaba demorando. Estos prisioneros “de guerra” han pasado media vida en sus respectivas celdas y es ahora cuando se abre la veda y empieza a cerrarse ya la guerra fría que llevaba en pie más de 50 años.
Esto supone una absoluta remodelación de las relaciones, pactos y comercio entre ambos países, sobre todo a nivel turístico, económico y comercial. Algo que sobre todo ven con buenos ojos en el país de Castro. Esto se debe a que es un país en el que la gente está recluida y necesita expandirse y recibir o tratar con una gran potencia como es Estados Unidos para poder prosperar.
Por otro lado, los cubanos residentes en Estados Unidos ven que Obama “se ha bajado los pantalones” y no debería de haber cedido ante el chantaje cubano ya que de esta forma el problema sigue igual, Cuba mejorará algo pero sigue a manos de un dictador comunista (palabras de los cubanos exiliados).
Es decir, las relaciones entre ambos países parece que van a empezar a mejorar desde ya y la gente espera que se note en el día a día, a pesar de que aún la decisión, siga creando controversia, alegría y descontento a partes iguales. Lo que se sabe en firme ya, es que las relaciones entre Cuba y Estados Unidos ya no es una auténtica guerra de dialéctica y bloqueos fronterizos, eso ya es historia.
