Cuba, enfrenta actualmente una difícil situación económica por lo que se hace necesario acelerar la puesta en marcha de medidas que ayuden a regenerar la misma, “corregir de inmediato todas las posibles distorsiones”, expresó al respecto Miguel Díaz-Canel, presidente de Cuba, en su intervención ante el Consejo de Ministros, el pasado 17 de julio.
La isla enfrenta un fuerte desafío, por un lado, el “fortalecido” bloqueo económico, por otro, una difícil situación epidemiológica que ha obligado a tomar medidas restrictivas y por consecuencia posponer actividades claves para el desarrollo de la economía del país como ha sido en el sector del turismo eslabón fundamental, contracción de las exportaciones, disminución significativa de compras en el exterior, entre otras.
La aprobación del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030 y la estrategia para enfrentar la crisis actual, “parte de la necesidad de transformar el comportamiento de la economía cubana con agresividad, intensidad e innovación” y una de las primeras medidas será concluir el proceso de unificación monetaria y cambiaria.
Antes de que en la Isla se confirmaran los primeros casos de COVID-19, el mandatario cubano Miguel Díaz-Canel, informó ante la Asamblea Nacional que el ordenamiento monetario se encontraba en “fase avanzada de estudio y aprobación” y explicó que en ese momento se encontraban “en la validación integral de los resultados de cada tema; la elaboración de las normas jurídicas, la organización y ejecución de los procesos de capacitación, aseguramiento político y comunicación social”, se ratificó también la decisión del Gobierno: “Se garantizarán los depósitos bancarios en divisas extranjeras, pesos convertibles, pesos cubanos, así como el efectivo en manos de la población”.
Según Lázaro Toirac, asesor del Ministerio de Economía y Planificación (MEP) no se puede obviar “la complejidad de la tarea, que es muy grande”, pero “se hace más necesario que nunca tener eficiencia, que se logra si hay transparencia y coherencia” en la actividad económica del país. Para ello, opina, resulta impostergable poner fin a la dualidad monetaria y, sobre todo, cambiaria.
Muchas son las dificultades que provoca esa dualidad de circuitos. Y la confusión comienza a la hora de medir los costos reales de la actividad empresarial, teniendo registros económicos poco confiables, Por otro lado, la equivalencia del peso cubano con el dólar opaca las señales del mercado internacional y los análisis de la rentabilidad de las empresas.
Los subsidios implícitos, que aparecen de manera casi inevitable, se convierten en tabla de salvamento para algunas empresas irrentables económicamente. Mientras que otras, en particular las exportadoras, requieren ser subsidiadas por el presupuesto: por cada dólar que ingresan reciben un peso en moneda nacional, en muchos casos con costos internos en CUP muy superiores.
La actual tasa de cambio 1×1 desestimula la exportación, que de por sí requiere esfuerzos adicionales, pues hay que estudiar el mercado y tener una eficiente logística, y “para muchos es un dolor de cabeza”. Esto conduce a que, “de manera inercial, los productos a exportar no varíen del ron, el tabaco, la azúcar”, entre otros, especifica el experto.
Una vez llegue el esperado “día cero” y se devalúe el peso cubano, las exportadoras recibirán los incentivos correspondientes, mientras las importadoras se les encarecerán las compras, lo cual provocará que “se giren hacia la economía interna”.
No ha sido secreto que la única moneda que quedará circulando en Cuba será el CUP, y el objetivo “es tratar de acercarlo a una tasa de cambio que pueda ser reconocida en su comparación con las divisas internacionales, para que exista claridad en las transacciones”, de acuerdo con el asesor del ministro de Economía y Planificación.
