El próximo 28 de enero celebrando el Día Nacional de Cuba, las Cataratas del Niágara se iluminarán con los colores de la bandera cubana, la iniciativa fue anunciada por la embajadora cubana en Canadá, Josefina Vidal, a través de su cuenta de Twitter.
La novedad no revela de quien ha sido la iniciativa, pero la embajadora agradeció al Comité de Iluminación de las Cataratas del Niágara, institución que se ocupa de la iluminación del paraje natural durante los 365 días del año, además de la organización de espectáculos de fuegos artificiales que suelen ser habituales como parte de la promoción del entorno.
Los 750 mil galones de agua por segundo que descienden del río Niágara por las paredes de la catarata llevarán pintados con luz los colores blanco, rojo y azul de la enseña nacional cubana.
El gran salto de agua se ubica en la frontera entre Estados Unidos y Canadá, se presta al vuelo de la imaginación en los poetas, las masas de agua que caen conforman un espectáculo sublime.
José María Heredia, poeta cubano muy admirado por José Martí, dedicó unos versos al Niágara que se estudian en Cuba desde las primeras enseñanzas y que han sido interpretados en el sentido de una defensa de sus ideales independentistas.
La lectura remite a tiempos en que los ideales de justicia y libertad se manifestaban en la denuncia de la opresión sufrida por parte de la administración colonial en la isla, el poema es un canto a la libertad del hombre, un sentimiento tan poderoso como las fuerzas de la naturaleza, una verdad tan compleja que por su naturaleza se asemeja al misterio de las fuerzas sobrenaturales.
Cuando el próximo 28 de enero las cataratas del Niágara se iluminen con los colores de la bandera cubana, algunos lo considerarán una muestra de solidaridad que reconoce su legitimidad insular.
Sin embargo, los versos de Heredia pueden emocionar con una lectura contemporánea ese día que, para los cubanos, tiene un gran significado simbólico:
…
¡Dios, Dios de la verdad! En otros climas
vi monstruos execrables
blasfemando tu nombre sacrosanto,
sembrar horror y fanatismo impío,
los campos inundar con sangre y llanto,
de hermanos atizar la infanda guerra,
y desolar frenéticos la tierra.
Vilos, y el pecho se inflamó a su vista
en grave indignación. Por otra parte
vi mentidos filósofos que osaban
escrutar tus misterios, ultrajarte,
y de impiedad al lamentable abismo
a los míseros hombres arrastraban.
Por eso siempre te buscó mi mente
en la sublime soledad: ahora
entera se abre a ti; tu mano siente
en esta inmensidad que me circunda,
y tu profunda voz bajo mi seno
de este raudal en el eterno trueno.