Los cubanos están acostumbrados a leer entre líneas. Y la especulación se ha disparado tras un acto solemne en el que el gobernante Raúl Castro condecoró con la medalla de Héroes del Trabajo a tres figuras centrales de la generación de “líderes históricos” de la revolución cubana: José Ramón Machado Ventura, Ramiro Valdés Menéndez y Guillermo García Frías.
Dentro de las convenciones del comunismo cubano, este tipo de condecoraciones y homenajes —realizado el 24 de febrero, fecha que conmemora el inicio de la segunda guerra de independencia y que incluyó un discurso de Castro en el recién remodelado Capitolio de La Habana, la nueva sede de la Asamblea Nacional—, es generalmente asociado con el retiro o la salida de la vida pública de los dirigentes.
“Eso es goodbye”, comentó a el Nuevo Herald Reinaldo Escobar, periodista y editor del sitio digital de noticias 14ymedio durante una visita en Miami. “Eso puede significar que Ramiro Valdés, Machado Ventura y Guillermo García no quedarán en el Consejo de Estado”.
Castro, de 86 años, prometió abandonar la jefatura del Consejo de Estado y de Ministros inicialmente en febrero del 2018, lo que ha generado un intenso escrutinio sobre un eventual traspaso de poder en Cuba, pero las elecciones fueron pospuestas hasta marzo. La constitución de un nuevo Consejo de Estado y una nueva legislatura, que nominalmente elige al nuevo presidente, no tendrá lugar hasta el 19 de abril.
Actualmente, Machado Ventura, de 87 años, es una figura muy influyente como vicepresidente y segundo Secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC), lo que lo ubica como el “número dos” de la vida política del país. Al igual que Machado, el comandante Valdés, de 85 años, es vicepresidente y miembro del Buró Político del PCC, y durante mucho tiempo estuvo encargado de los servicios de inteligencia y de dirigir el Ministerio del Interior. El comandante García Frías, de 90 años, también es miembro del Comité Central y del Consejo de Estado.
En particular, Machado Ventura y Valdés representan al ala conservadora dentro del gobierno, que ve con suspicacia la reforma que inició Castro tras relevar a su hermano Fidel cuando este enfermó en el 2006, así como el acercamiento con Estados Unidos.
Su salida pudiera ayudar a solidificar al sucesor de Castro y facilitar la puesta en práctica de una agenda que busque algunas soluciones a los graves problemas del país, entre ellos: una situación económica y financiera complicada por la crisis en Venezuela y un sistema de doble moneda, una población envejecida, escasa inversión extranjera, una relación muy tensa con Estados Unidos y nuevas generaciones que piden más cambios.
Varios disidentes cubanos han lanzado, además, la campaña “Más castrismo para qué” con el fin de denunciar lo que consideran una “farsa electoral” en la miembros de la familia Castro, como el coronel Alejandro Castro Espín, al frente de la Comisión de Defensa Nacional, moverían los hilos del poder – Castro Espín no podrá ser presidente, al menos legalmente, porque no fue nominado como candidato a diputado.
Anteriormente, decenas de opositores habían intentado presentarse como candidatos a las elecciones locales con el objetivo de demostrar que el proceso no era democrático y era controlado por el gobierno. Ninguno logró entrar en las listas de candidatura.
Sin llegar a oponerse directamente al gobierno, muchos cubanos también han comenzado a cuestionar la ley electoral actual, según la cual la “Comisión de Candidatura”, designada por el gobierno, escoge a los candidatos que pueden llegar a ser diputados y los ciudadanos no pueden votar directamente por el jefe de gobierno. La ley solo reconoce al Partido Comunista.
En un foro online organizado por el sitio oficial Cubadebate, los lectores publicaron las siguientes preguntas: “¿No sería útil para el país la separación de poderes?”; “¿Por qué la Comisión de candidaturas y la comisión electoral pertenecen a las Asambleas y no son una organización ajena a estas?”; “¿Sobre qué base se designan a los candidatos a diputados que no son propuestos por los electores en las bases?”; y “¿Cuál es la razón de mantener en la candidatura a personalidades con un aval histórico envidiable pero que ya rebasan los 80 años?”.
Tomado del Nuevo Herald