La verdad es que le he preguntado a unas cuantas personas por qué los cubanos le dicen hacer botella al autostop. Yo he perdido la cuenta de cuántas he hecho: y es que la situación del transporte en Cuba es tan compleja como el de la vivienda, los precios o la libreta.
Para hacer botella existen estrategias y horarios incluso…y en las cabeceras provinciales o La Habana es más fácil de coger una que, en los municipios, donde permanece la mentalidad de aldea.
Hay quien pone su pulgar arriba y dale puñetazos a la suerte. Otros por su parte piensan que a esta hay que ayudarla y sacan un fajo de billetes en dependencia de donde vayan. Los estudiantes, ya cansados de viajar todos los fines de semana, son más prácticos: en un papel o cartón escriben o imprimen el destino de origen.
No todo el mundo hace botella con facilidad. Las mujeres tenemos la ventaja: incluso existe el chiste que en pantalones no se hace botella. Nosotras nunca pagamos, y si la madre naturaleza nos sonrió con sus bondades no demoramos más de 20 minutos en una parada.
Hacer botella es en cierto modo un arte comunicativo con retroalimentación y si lo duda, escuche lo que le gritan a un conductor, cuando se tiene la certeza que va para el mismo sitio del botellero y le pasa por el lado casi a la velocidad de la luz y vacío.
Porque los chóferes también se lucen de lo lindo: te pueden responder: voy pa’llí, y allí lo mismo puede ser al doblar de la esquina o que si tuviera alas el carro, de camino a la República Checa. Otro gesto muy común: la mano con los dedos hacia arriba para indicar que el carro va lleno, aunque a veces puede ser de fantasmas.
O puede que con el índice te dibujen un símbolo de círculo y al cabo de las dos horas de estar tieso como una estaca al resistero del sol, el carro en cuestión, no haya dado la vuelta como indicaban.
Fíjese si hasta la botella se ha puesto mala, que a inicios de los años 90’ a razón de crearse el famoso Período Especial, se inventaron los inspectores de tránsito o Amarillos, que es como todo el mundo los conoce. Los trabajadores de este sector se dedican nada más y nada menos que a obligar a los carros de empresas, entidades y organismos estatales a recoger a las personas en las paradas.
Y como la espera es larga a veces en la parada las personas hasta se enamoran. Yo antes de viajar miro y digo la botella que yo quiero: que sea, cómoda, que no me cobren y rápido, a veces la logro.
Por: Orietta Dominguez González