El nuevo presidente del Consejo de Estado y de Ministros, Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez estaría en condiciones de ser el primer mandatario cubano en reconocer públicamente a la comunidad de lesbianas, gais, bisexuales, trans e intersexuales (LGBTI).
En su trayectoria que comentamos con amplitud cuando en 2013 asumió como primer vicepresidente del país, destacan hechos como el apoyo incondicional que brindó al Centro Cultural El Mejunje desde que era dirigente de la Juventud Comunista y luego como primer secretario del Partido en Villa Clara.
Ramón Silverio, fundador de ese proyecto inclusivo, siempre resalta la defensa que hizo Díaz-Canel del lugar, en los momentos en que era más difícil hacerlo, hacia los años 90. “Siempre supo salir al paso ante las presiones de quienes no estaban de acuerdo con las actividades para la comunidad LGBT, que eran sin duda las que molestaban”, me dijo aquella vez.
Por dos años consecutivos —en 2012 y 2013— Díaz-Canel participó en la Gala Cubana contra la Homofobia y la Transfobia en el Teatro Karl Marx, lo cual lo convierte hasta hoy en el dirigente estatal y político de mayor rango que haya respaldado las Jornadas Cubanas contra la Homofobia y la Transfobia.
Pero quizás el acontecimiento más trascendente que demostró esta comprensión que posee el nuevo Presidente cubano sobre los temas de la diversidad y los derechos sexuales ocurrió durante el debate del Código de Trabajo en diciembre del 2013.
Como primer vicepresidente, en esa ocasión reconoció la trascendencia política de las propuestas que hizo la diputada Mariela Castro Espín con el propósito de añadir al proyecto de ley importantes asuntos como la no discriminación por identidad de género, en adición a la mención explícita de la orientación sexual que ya contenía.
Al mediar en la polémica, el también diputado Díaz-Canel sugirió encargar a una comisión parlamentaria una redacción definitiva de la Ley que considerara todas las posturas, para así propiciar un consenso ante los argumentos técnicos en contra, presuntamente prejuiciosos, de algunos parlamentarios.
En aquella coyuntura la intervención de Díaz-Canel recibió el apoyo del General de Ejército Raúl Castro Ruz y la aprobación del Parlamento, lo cual permitió finalmente refrendar con el voto mayoritario la nueva ley, que lamentablemente luego entraría en vigor sin incorporar el término identidad de género.
El estrecho vínculo posterior del actual presidente con todo el sector intelectual y de la cultura en su más amplio sentido, con la juventud, los creadores, la labor de los medios de prensa y las tecnologías de la informática y las comunicaciones, sin dudas debió aportarle todavía más elementos sobre la problemática de la discriminación por homofobia y transfobia.
A Díaz-Canel incluso le será más fácil abordar cualquiera de estos temas en contextos oficiales, cuando corresponda y sea necesario hacerlo, pues no debemos olvidar que a Raúl probablemente le resultaría embarazoso intervenir o abogar en público por una causa, no solo más lejana quizás de su formación, sensibilidad y conocimientos, sino que además lidera desde hace más de una década su propia hija Mariela.
Es muy posible que ese momento crucial llegue a propósito de los debates que deberán acontecer para concretar la anunciada reforma constitucional, a cuyos importantísimos propósitos habrá que adicionar también su necesaria modernización en relación con asuntos tan sensibles como la familia y el matrimonio, para así poder instrumentar mediante leyes las políticas ya aprobadas por el Partido Comunista de Cuba.
La ya inminente XI Jornada Cubana contra la Homofobia y la Transfobia será, entonces, una buena oportunidad para constatar los avances y los obstáculos que todavía debemos enfrentar en materia de acompañamiento y voluntad política, en esta lucha por la no discriminación por orientación sexual e identidad de género.
Tomado de el Blog Paquito el de Cuba