El enfrentamiento a las indisciplinas sociales en Cuba, ante la tercera ola de contagios del virus de la COVID-19, por las autoridades policiales, ha conllevado a la aplicación de un número elevado de multas, como es el caso de La Habana donde se impusieron en un solo días más de 700 multas.
Esto corresponde a fechas recientes, luego de que se establecieran nuevas medidas sanitarias y se retomaran algunas que ya había sido aplicadas con anterioridad para frenar el avance del virus. El uso incorrecto del nasobuco y violar el distanciamiento social en las largas colas fueron las causas fundamentales de las penalizaciones, avaladas por el Decreto 31 sobre las contravenciones ante los protocolos sanitarios estipulados.
De acuerdo a una información del coordinador de Fiscalización y Control en la capital, Orestes Llanes, unas 200 multas de ese total han estado motivadas por aglomeraciones de personas en establecimientos comerciales. Las colas son inevitables ante la convergencia de varias crisis en la que el país se encuentra profundamente inmerso, pero que resulta urgente que las personas procuren mantener un distanciamiento entre ellas.
Las violaciones en actividades comerciales y laborales y alteraciones de los precios topados por el estado, a raíz de la implementación de la Tarea Ordenamiento, también pesan en el volumen de las multas impuestas. Vinculadas a estas infracciones las multas sumaron un total de 222, 76 dentro de ellas se impusieron cuantías a pagar de 8.000 CUP, y se retiraron 11 licencias.
Por ende, los vendedores privados han optado por el cierre o por hacerse los de la vista gorda ante las leyes vendiendo los productos escondidos, solo revelan el precio real al comprador en la transacción porque los “precios en la tablilla son los establecidos”.