El acto de mantener relaciones sexuales ha sido nombrado a lo largo de la historia humana de varias formas, todas muy curiosas y “camuflajeando” lo que en realidad va a acontecer.
Resultan códigos que se comparten socialmente y que con el paso del tiempo vamos asimilando para no referirnos directamente a la “cuestión”.
Estas expresiones dependen del tipo de cultura o sociedad donde perviven. En Rusia, por ejemplo, se dice “acariciar al mono”, en Suecia, “aparcar el autobús” y en Alemania, “limpiar la zanahoria”.
Hay quienes aseguran que la humanidad ha recurrido mayormente a la inventiva para hacer alusión al sexo, que para otros asuntos.
En el caso particular de Cuba, las expresiones llueven, sobre todo por ese “doble sentido” propio del “cubaniche” que nos hace únicos.
Hablar de sexo en la Isla es muy común, incluso desde edades tempranas. De ahí que existan frases precisas para disfrazar el tema.
Aparecen según la edad expresiones como “jugar a las casitas”, “hacer de papá y mamá”, “hacer cositas malas”, “cuchicuchi” o “ñacañaca”.
Otras como “acostarse”, la propia “hacer el amor”, “tener sexo” o “templar” son más directas. Incluso hasta “singar” (no se alarmen que la empleamos mucho a la hora de hablar) deja de ser una mala palabra o término vulgar, cuando en España por ejemplo se dice “follar” con toda naturalidad.
Dependiendo del contexto, aparecen otras como “clavar”, “movimiento en la vertical”, “revolcarse”, “dar cabilla”, “matar jugada” y “descargar”. Algunas como “quimbar” y “echar un palo” ha dado lugar a temas musicales.
En horario matutino, puedes “hacer un mañanero” o “un rapidito” dependiendo de la hora de entrada a tu centro de trabajo o asuntos pendientes.
Quizás conviven muchas más. Si se nos quedó alguna, te invitamos a que nos la compartas. El lenguaje y el sexo son muy ricos, siempre con respeto y protección.