Si alguna vez usted ha pensado en cuáles fueron las «más geniales ideas» que se le ocurrieron a Fidel Castro , la revista Sputnik ha elaborado una lista en la que exponen lo que para ellos constituyen «los cinco mejores inventos» del ex mandatario cubano, fallecido en 2016.
El listado es discutible, siempre hay material para agregar a las descabelladas ideas de Castro que costaron la ruina de un país. Dejaron fuera, por ejemplo, la guerra de Angola, a donde envió a miles de cubanos que perdieron la vida bajo la idea de que la «Revolución» ayudaría al mundo a liberarse.
También pudiéramos citar el fracaso de la Central Electronuclear de Juraguá, o la serie de inversiones que se hicieron durante la década del 80 y los campos de trabajo forzado para religiosos, homosexuales y desafectos a su proyecto conocidos como UMAP que le permitieron controlar un país a su antojo.
La «clonación» de Ubre Blanca.
Ubre Blanca, una vaca cubana que obtuvo varios récords Guinness con una producción lechera sin precedentes, se convirtió en la obsesión de Castro. Producía 41,2 litros en solo un ordeño, 110,9 kilogramos de leche en un día y 27 toneladas en un año, comenzó a vivir un stress tal, que no resistió muchos años y murió. Fidel mandó a «congelar» los genes de la vaca, nacida a partir del cruce de dos razas: la Holstein (75%), de alta producción lechera y la Cebú (25%), muy resistente al calor, con la esperanza de clonarla, o de crear miles de Ubre Blancas en todo el país y con ello solucionar el problema de la leche en Cuba. Todo quedó en un sueño.
Los Comités de Defensa de la Revolución (CDR)
Siendo aún Primer Ministro a Fidel se le ocurrió crear «un sistema de vigilancia colectiva» dirigido a «defender las conquistas del socialismo», y creó uno por cada cuadra. Sin dudas una idea novedosa. Actualmente, es un organismo caduco, sin iniciativas, pero que desde su creación ha servido al gobierno para entrometerse y controlar la vida de las personas.
Batalla de Ideas
Surgida cuando Cuba comenzó su lucha para lograr que el niño Elian González fuera devuelto a su padre desde Miami, la Batalla de Ideas se convirtió en una especie de «caldero de metáforas socialistas» donde se aglutinaba todo lo que a Castro se le ocurría que su Gobierno debía defender.
La revolución energética
En el año 2004 una afectación severa en el sistema electroenergético sacó a la luz pública la arcaica infraestructura del país. Toda Cuba conocía de la existencia de sus viejas centrales termoeléctricas, pero lo que nunca se sospechó fue que la salida de circulación de la mejor y más eficiente de todas ellas, la Antonio Guiteras de Matanzas, iba a desencadenar un efecto dominó en el resto.
Castro, entonces, «descubrió» que los productos electrodomésticos cubanos «se estaban comiendo» la electricidad que generaban las viejas plantas, así que mandó a sustituir, cocinas, refrigeradores, ollas, televisores, bombillos, endeudando a la nación y el bolsillo de los trabajadores. El llamado cambio energético duró bien poco. Pronto los nuevos productos adquiridos comenzaron a romperse, y las piezas de respuesto o escaseaban, o nunca llegaron al país.
Un año antes de la salida de Castro del poder, la prensa oficialista de la Isla comenzó a publicar sus reflexiones día a día, como si fuera víctima de una crisis comunicacional y hubiese entrado en un estado de catarsis.
Hablaba de todo, criticaba todo, y la prensa cubana no tenía más remedio que publicarlo, en primera plana y en grandes letras. En los centros de trabajo y en las escuelas, se discutía cada mañana, antes de comenzar la jornada laboral o educativa, las «Reflexiones de Fidel». No fueron pocos los sancionados por «no haberse estudiado las «Reflexiones» o no haberlas escuchado el día anterior. Se leían, además, íntegramente en cada Noticiero Nacional de Televisión, daba igual si fuera, una cuartilla, o veinte. Después se recopilaron, se vendieron en folletines y libros.