¿Quién no ha pecado en esta vida? Vivimos en una sociedad donde el concepto de pecado se torna cada día como centro de importantes debates sobre el bien y el mal, no solo dentro de la iglesia.
Cuando nos preguntamos qué es el pecado, rápidamente lo asociamos con acciones negativas y que violan los Diez Mandamientos bíblicos como mentir, maldecir, idolatrar o cometer adulterio por poner ejemplos.
La verdad es que el pecado, tal como se define en las traducciones originales de la Biblia, significa “perder el camino”. Y es que los cubanos no están exentos de él, si bien tampoco han detenido su marcha por el mejor camino. El contexto en el que vivimos ha propiciado algunas muestras de pecado en Cuba aquí relacionadas.
Los criollos cometen gula a menudo. Cada vez que vemos comida en abundancia nos desesperamos. No estamos acostumbrados a cantidades exorbitantes y variadas todos los días. Si tiene una java a su alance o recipiente, hará hasta lo imposible por llevarse un poco a casa.
La lujuria es otro que con frecuencia ocurre. Los habitantes de la Isla tenemos esa sensualidad y musicalidad que provoca y seduce la más férrea mirada. Ese fuego latino característico de los criollos a veces nos lleva por el camino incorrecto.
Asimismo la ira nos invade a cada rato. Ya sea por las propias desavenencias de la vida o la impotencia frente a situaciones que muchas veces se nos van de nuestro alcance. Los barrios cubanos son escenario de verdaderos conflictos en ocasiones.
Por otro lado está la pereza. El cubano le encanta sentirse útil, pero hay días (muchos realmente) en los que le apetece estar tranquilo tumbado en su cama o tomando un poco de cerveza y jugando dominó.
A veces la envidia desempeña su rol. Salimos a una fiesta por ejemplo y nos molesta que vayan en mejores condiciones que nosotros debido a dificultades económicas. Sin embargo, no resulta tan dañina. Los criollos somos felices con lo que tenemos y solidarios con el resto, no perdemos energía en lo que no es productivo.