Algunos en Cuba dirían que el criollo de estos tiempos dista del cubano que vivió años atrás. Muchos piensan que hemos cambiado y en cierta medida tienen razón. Hay quienes plantean que hemos perdido la alegría y esperanza.
Pero Todo Cuba Online no cree que esta afirmación sea del todo cierta y muchos de nuestros lectores pensarán de igual forma, a pesar de que los criollos deban lidiar con una serie de dificultades que les impide alcanzar un alto grado de bienestar y felicidad.
Y es que el cubano también lucha por alcanzarlos, pero ignoramos que verdaderamente están allí, a la vuelta de la esquina. Quizás por nuestras vicisitudes, su búsqueda constituye uno de los objetivos fundamentales del “cubaniche” donde quiera que esté.
Como ser social, el cubano dista de ser alguien hosco y quieto. Su capacidad de reinventarse, reír a carcajadas de sus problemas, ser dicharacheros, musicales, solidarios, conscientes, trabajadores en su mayoría y con sueños, nos convierte en humanos con un potencial inmenso para transformar el entorno y hacer “de tripas, corazón”. Cosa que sabemos poner en práctica muy bien.
Es común para los isleños separarse de un ser querido producto de procesos migratorios que caracterizan la historia de la Isla. Resulta un momento verdaderamente triste e intenso. O que nadie esté a su lado compartiendo un trago en el paseo más popular de la ciudad capital. Jugar dominó en plena calle a cualquier hora no es lo mismo sin los vecinos de siempre.
¿De qué vale ir a la playa sin toda la familia? Disfrutar del campismo con las personas que más amas no tiene comparación. Los más pequeños de casa se desesperan por ir al mar al primer chapuzón, mientras los más grandes realizan las compras, organizan el interior y garantizan las comidas del día.
En ocasiones vivir en la Isla se vuelve desesperante, pero siempre existe un rayo del sol al final del día. Salir a la calle si desayunar a veces, montarte en una guagua apretado o apretada, llegar al trabajo y que te maltraten para cobrar un salario que no cubre ni siquiera de cerca las más elementales necesidades, puede ser triste.
Sin embargo, los criollos tienen esta máxima “soy cubano, soy feliz”, ayuda a desandar el largo camino de la vida. Pues no, no creemos que el cubano haya perdido su alegría. Todavía yace ahí, vive cerca de nosotros, al doblar la esquina. Pervive dentro del alma, a nuestro alcance todo el tiempo que necesitemos.