La historia del ron en Cuba es tan antigua como la colonización misma, pues es un producto extraído de la caña de azúcar que trajera a la Isla el Almirante en su segundo viaje a este Continente.
Lo que sigue es conocido. Las raíces de la caña procedente de Islas Canarias prendieron en la virgen y fértil tierra cubana donde encontró un microclima ideal para crecer, fundamentalmente alrededor de las aldeas aborígenes y hatos mercedados.
La calidad del ron cubano pasa por las condiciones únicas del clima en que se cultiva la caña. Respecto a los Maestros Roneros que lo producen, su arte durante todo el proceso tributa finalmente a la calidad de las propiedades físico-químicas y la vista, el olfato y gusto que siempre lo han caracterizado.
Y si existe algo real en la Isla, es que para los cubanos puede faltar la comida, pero el ron no. Las estadísticas oficiales sobre el consumo de alcohol en Cuba muestran cifras verdaderamente preocupantes.
El ron está presente como bebida en muchas de las actividades recreativas y festivas del cubano. Se produce por todo el país. No en vano reconocen a nuestra tierra como la Isla del Ron.
Cuando el criollo decide darse un traguito comienza la alegría y felicidad. El antillano de por sí resulta un ser jocoso. Con un pequeño sorbo comenzarán los chistes, las bromas, la risa descontrolada, los papelazos, las caídas y las historias del pasado. Esto en el mejor de los casos. Hay quienes se portan un tanto “malcriados”.
Es el instante en que la barriga comienza a hincharse y crecer por tanto tomar y comer, pues el cubano muchas veces bebe acompañado de algo para “picar” y llenar su estómago.
Asimismo, todas las penas no solo se van bailando, también tomando. Los criollos se despojan de tristezas y pierden el cansancio para bailar y hacer de la suyas con unos tragos de más.
Por otro lado, surge una especie de poder para socializar que solo los antillanos adquieren cuando beben. Se “meten” con la o el primero que pase. Empezarán a bailar con cualquier extraño y a contarle su vida así sin más. Todo el tiempo bien relajados, como nos deja un buen ron cubano.