Para el cubano la palabra hambre tiene muchas implicaciones: y uno de los agravios más feos es gritarle muerto de hambre, porque le estas diciendo pobretón egoísta, miserable, en fin cuanto sinónimo quepa en la mente estrecha o no, del que grita. Porque somos por naturaleza muy solidarios y excelentes amigos es que ofende y mucho.
Existen varios refranes que hablan de compartir el pan: donde comen dos comen cuatro, hambre vieja no entiende, a falta de pan casabe… y por supuesto, no se puede dejar de mencionar la frase que más ha recorrido el mundo dicha por un cubano de la Isla que sin ser filosofo resumió todos sus problemas al decir jama, aquí lo que hace falta es jama. Y es que la comida es uno de los puntos más importantes en la pirámide de felicidad del cubano.
El hambre del cubano no se parece al del francés con sus croissants, al del chino con sus chop sueys o la del filete uruguayo, que recién me enteré que es un invento muy nuestro y que esos señores no tienen ni idea de cómo hacer uno. El hambre del cubano no es de comida, sino de algo rico, que por lo abstracto puede ser cualquier cosa que no sea lo que está en la mesa.
Si estas en Cuba, quizás sea la carne Voldermort (la que no puede ser nombrada), o un flan, queso con guayaba, arroz imperial… Fuera de la tierra más bella que ojos humanos hayan visto puede ser unos tamales, cerdo asado, dulce de mango en almíbar… en fin cualquier cosa rica: depende del momento y las circunstancias y del gusto de cada cual.
Pero está el hambre de saber, de conocer mundo, de experimentar cosas nuevas. Muchas implicaciones ya les dije, pero el hambre más hermosa que vive y siente el cubano es cuando le dice a su pareja en el espacio más íntimo: TENGO HAMBRE DE TI…
Por: Orietta Domínguez González