El espíritu navideño siempre fue una tradición enraizada en el pueblo cubano. Sin embargo, se interrumpió por casi cuarenta años con la Revolución comunista de Fidel Castro, aún en el poder.
La Navidad resurgió a partir de 1998 en Cuba, con la visita del Papa Juan Pablo II, quien regaló el 25 de diciembre como día feriado.
Fue con Raúl Castro que se llevó a cabo el diálogo con los obispos cubanos, restituyendo a la Iglesia los inmuebles confiscados y permitiendo que fueran difundidos pequeños mensajes navideños por los medios de comunicación audiovisual.
Aunque algunos han reconocido que la Navidad ha recuperado terreno en la Isla, otros añoran el restablecimiento de las festividades por el nacimiento de Jesús y del Nuevo Año, tal como se realizaba antes de 1959.
Durante el tiempo en que la Navidad se escondía temerosa en hogares cubanos, los 25 de diciembre solían pasar como otro día cualquiera en la Mayor de las Antillas, salvo para pequeños grupos de personas reducidos quienes mantuvieron su fe. Se celebraba discretamente en algún templo o casa a puerta cerrada y cuando se podía.
Sin lugar a dudas, es una de las celebraciones más importantes para muchos cubanos hoy día. Fue prohibida por decreto gubernamental en 1969 con el pretexto de que había que trabajar sin descanso para alcanzar los 10 millones de toneladas de azúcar al concluir la zafra del período, en 1970.
Lo interesante es que la meta no se cumplió y las Navidades por un buen tiempo quedaron prácticamente fuera de escena.
Hoy día no se verán hombres disfrazados de Santa Claus con mucha frecuencia, vestidos de rojo, gordos y amables, repartiendo confituras a los niños a la entrada de establecimientos o centros comerciales. Pero en algún hogar cubano, puede que haya un ambiente navideño especial al calor de la familia y los buenos amigos.